Paginas 4 al 10

De lo ocurrido en Naya hay mucho que aprender. En Naya como en otras atrocidades la muerte no era el único objetivo. Pongamos por ejemplo la masacre en el diminuto pueblo norteño de El Salado en Julio del 2000 donde el escuadrón de la muerte bailó y vitoreó mientras la música ensordecedora salía del altavoz del pueblo tardando dos días y medio en torturar, violar, aporrear y a veces estrangular a 36 personas, atándoles primero a una mesa en el centro de la cancha de baloncesto.

Otro ejemplo es el de la masacre de Chengue en Enero pasado, allí 50 paramilitares en camiones entraron en una comunidad de agricultores de aguacates a las 4:30 de la mañana, les sacaron de sus casas, les pusieron en fila en la plaza y les aplastaron el cráneo con rocas y un mazo. En estas y otras escenas similares el objetivo paramilitar es crear terror y así forzar a la población cercana a huir dejando la tierra libre para sus simpatizantes.

Castaño conoce la inutilidad de un censo en un país donde un largo historial de violencia rural ha fracasado en cualquier cambio. Según esta lógica lo que cuenta es cómo matas y el grado de dolor y terror que puedes infligir. Esa es la lección en Naya, El Salado y Chengue.

Una Alianza Letal: Los Paras, el Ejército y los Civiles


Los paramilitares que cometieron la masacre en Naya pertenecían a una unidad de las AUC llamada El Frente Farallones. El Farallones y dos frentes compañeros, el Pacífico y el Paez se formaron el año pasado. Son ramas de una unidad AUC –llamada el Frente Calima – que surgió en la ciudad de Cali en el verano de 1999 poco después de un secuestro masivo en una iglesia local por las guerrillas ELN. Los investigadores gubernamentales concluyeron que el Frente Calima fue organizado por la 3 Brigada del Ejército Colombiano con la ayuda de Carlos Castaño y un grupo adinerado local, incluyendo narco-traficantes. Los civiles proporcionaron la financiación para las necesidades operativas del nuevo frente, los oficiales en activo de la 3 Brigada aportaron la inteligencia y apoyo logística mientras Castaño puso las tropas.

Human Rights Watch, cuyas investigaciones sobre el Frente Calima confirmaron los informes de los oficiales Colombianos que muchos de los comandantes del Calima eran reclutados de las filas de antiguos oficiales del ejército. Los investigadores del gobierno y Naciones Unidas insisten que la facilidad con la que los frentes paramilitares, el Farallón, el Pacífico y el Paez han consolidado y extendido su capacidad operativa a lo largo del sudoeste de Colombia el año pasado hubiese sido imposible sin la relación existente entre los AUC y la 3 Brigada afincada en Cali.

En Bogotá días después de la masacre de Naya, Eduardo Cifuentes denunció el fracaso del gobierno de frenar "una masacre anunciada." Él afirmo que el pueblo de Naya había suplicado protección desde el pasado Diciembre. En las semanas anteriores a la masacre la Comisión de Derechos Humanos OEA había dado instrucciones al gobierno Colombiano para especialmente proteger las comunidades de la zona de Naya. La Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas informó que había alertado a las autoridades dos días antes de que empezase la matanza a cerca de una fuerza paramilitar con 300 miembros se adentraba en la zona de Naya. Pero al igual que ocurre en Colombia semana tras semana el ejército no levantó un dedo para proteger a la población en peligro.


<< previo 1|2|3|4|5|6|7|8|9|10|siguente>>
Sub artículo:
La Repentina Desaparición de Carlos Castaño
Por Ana Carrigan


La Carrera de Carlos Castaño: Un Matrimonio de Drogas y Política
Por Ana Carrigan