"Mientras
que paguemos nuestros impuestos las guerrillas nos dejan en paz.
Ni aparecen por aquí," dijo un capataz de laboratorio,
que dio su nombre como Elver Gómez de 42 años. "Este
negocio es aun muy arriesgado. Pero mientras halla hambre en este
país el comercio no cesara."
Los EE.UU. han apoyado la batalla del lado de suministro de Colombia
contra los cultivos ilegales desde principios de 1993. Pero estos
esfuerzos no han tenido efecto alguno. La producción de cocaína
y heroína ha incrementado drásticamente. La CIA calcula
el potencial de producción de cocaína de Colombia
del año pasado en 580 toneladas y siete de heroína.
La extensión de cultivos de coca se calcula ser de mas de
340,000 acres, a pesar de la intensa erradicación aérea.
Oficiales de Colombia y EE.UU. acusan a las FARC de llenar el vacío
dejado después del desmantelamiento del cartel de Medellín
y Cali a principios y mediados de los 90. La embajadora de EE.UU.
Anne Patterson declaró públicamente en Abril que los
rebeldes estaban "metidos hasta las orejas en el tráfico
de drogas." El jefe del ejército, el General Jorge Mora,
acusó a los rebeldes de controlar el tráfico de drogas
desde la semilla hasta la calle. El departamento de Planificación
Nacional Colombiano calcula que las FARC ganan mas de $290 millones
anualmente del tráfico de drogas. Eso, sin embargo, representaría
menos del 2,5% del valor de la calculada producción de coca
de 580 toneladas- hasta en precios de mayorista de Miami, donde
un kilo cuesta alrededor de $20,000.
El pasado Abril cuando el ejército captura al capo Brasileño
Luis Fernando de Costa en las junglas controladas por los rebeldes
del este de Colombia, las autoridades insistieron que las FARC estaban
comerciando internacionalmente. Según el ejército,
Da Costa confesó recibir protección de los rebeldes
y de pagar a la fuerza insurgente $10 millones mensuales por droga
y en ocasión de cambiar drogas por armas.
Da Costa, alias "Freddy Seashore", se alzó, supuestamente,
de controlar el 60% del tráfico de drogas en los poblados
marginales de Rió de Janeiro célebres por su violencia,
hasta convertirse en un traficante de drogas y armas a gran escala
internacional, según la policía Brasileña y
Colombiana. Después de fugarse de la cárcel en Brasil
donde cumplía pena por delitos de narco-tráfico, escapó
a Paraguay y después Colombia.
Las FARC conceden que imponen impuestos en todas las etapas del
tráfico de drogas en sus zonas de influencia, pero rechazan
la acusación de ser un cartel. "Únicamente cobramos
un simple impuesto," dijo el señor de guerra rebelde
Fabián Ramírez, el comandante número 2 de la
división de combate del Bloque Sureño de las FARC
que tiene influencia en las provincias de Caquetá y Putumayo.
Si las FARC son de hecho un cartel o no, la noción de una
guerra contra las drogas es mucho más vendible a los votantes
y políticos Estadounidenses que una cruzada de la postguerra
fría contra guerrillas Comunistas de Sur América.
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