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Un cuadro del héroe literario Don Quijote pintado a mano adorna la pared de un aula en el pueblo montañés de Uribe en Colombia Oriental. Las paredes y el tejado del edifício siguen surcados por los impactos de bala tras el sangriento enfrentamiento a mediados de 1998 entre las guerrillas Marxistas y las tropas del ejército que tenían una base instalada en un campo colindante. El aula de informática no tiene ni un ordenador y la biblioteca escolar consta de tres estantes de textos descoloridos con más de veinte años de antigüedad.

Nadie en el pueblo jamás ha completado estudios secundarios ni ha ido a la universidad. La mayoría de los alumnos sencillamente acaban volviendo a las parcelas familiares para empuñar el machete, cercar vacas y cuidar del maíz, yuca o café. Años de despreocupación gubernamental han hecho que miles de niños en comunidades rurales por toda Colombia se encuentren en la misma lucha Quijotesca para conseguir educarse y progresar en la vida.

Su condición sigue igual, bien por la prolongada guerra o porque su región estaba controlada por rebeldes Comunistas, grupos derechistas paramilitares o fuerzas de seguridad estatales.

En las Filas de las FARC

Uno de los alumnos nuevos esta primavera en Uribe es Franklin de 17 años. Durante los últimos tres años su educación se ha basado en como mejorar su puntería y como limpiar el rifle de asalto AK-47 en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas(FARC), la mayor fuerza rebelde Marxista en Latino América que sobrevive desde los sesenta. Pero con el consentimiento de sus comandantes dejo la guerra y regreso ha su casa para estudiar.

"Se puede hacer la guerra sin llevar pistola pero hay que estar educado para que la gente te escuche," dijo Franklin, explicando que él seguía creyendo que la guerra de 37 años de las FARC, para derrocar al estado y introducir un régimen socialista, era justa.

Oficiales de las Naciones Unidas ahora calculan que hasta 6.000 menores de 18 años están engrosando las filas de las dos principales fracciones de la guerrilla o de las rivales fuerzas derechistas paramilitares y temen que podría empeorar.

"Si el Estado no responde proporcionado una alternativa real para los niños vulnerables en zonas rurales, a parte de solo cosechar droga y la guerra, estamos hablando de una cifra potencial latente de reclutamiento de unos dos millones de niños," dijo Carel De Rooy, director de UNICEF en Colombia.

Internacionalmente, la guerrilla y las bandas paramilitares han sido rotundamente condenadas por reclutar o reclutar forzosamente a niños con apenas 10 años.

Cuando Franklin fue a la guerra su madre lloró. No había comida en la mesa de su casa y ella no tenía dinero para vestirle. Unirse a la guerrilla, que tenía campamentos por la zona donde él vivía, era la única manera de tener la esperanza de cambiar su suerte.

Él dijo: "No fue fácil unirme a las FARC porque mi madre lloró, pero ella no tenía ningún modo de ayudarme con alimentación o estudios. Me fui a las FARC y ellos me dieron botas, ropa, comida y medicina si enfermaba."

Según un estudio realizado por el defensor del pueblo de Derechos Humanos del gobierno Colombiano sobre niños guerreros alrededor del 10 % del total de las fuerzas de la guerrilla consistía de menores de 18 años y esa cifra es superior al 30% en algunas unidades de combate individual de la guerrilla. El informe no dio una cifra total de reclutamiento paramilitar de menores considerada mucho inferior en los grupos de la guerrilla. Colombia ha firmado pero aún no ha ratificado un protocolo adicional a la ley internacional humanitaria que busca incrementar de 15 a 18 años la edad mínima de reclutamiento en facciones en guerra.

En su informe sobre derechos humanos del 2000 el Departamento de Estado de los Estados Unidos se describen las condiciones aterradoras que soportan los niños soldados luchando con la guerrilla: " Las FARC atrajeron o forzaron a cientos de niños a unirse a sus filas…Una vez reclutados los niños son prisioneros virtuales de sus comandantes y son sometidos a diversas formas de abuso. El abuso sexual entre las niñas es un problema en particular."

Aquellas acusaciones se intensificaron en Noviembre y Diciembre del año pasado cuando el ejército diezmó una columna de combate de las FARC cerca de la cuidad de Surata, en la provincia norteña de Santander. Durante las semanas de lucha el ejército mató a 61 guerrilleros y capturó otros 120 de los cuales muchos desertaron. Al menos 54 menores de edad, de los capturados, estaban mal entrenados y poco motivados. Algunos de los jóvenes sufriendo neurosis de guerra, mostrados ante las cámaras de televisión por comandantes del ejército dijeron que habían sido seducidos a unirse a las filas rebeldes bajo falsas promesas de recibir sueldos o habían sido maltratados por los señores de guerra rebeldes.

En un distrito céntrico de Bogotá el Instituto Para el Bienestar de la Familia, del gobierno tiene un hostal muy vigilado para niños guerrilleros que o han desertado o han sido capturados en combate. Ninguno de los niños entrevistados dijo haber sido reclutado forzosamente ni abusado, pero el temor a que sus antiguos camaradas de guerra les persigan y les maten como represalia por desertar era patente.

"Si, es difícil. Realmente no puede irme de aquí ahora, como lo puedo explicar, estoy marcado y realmente no puedo salir mucho a la calle porque en estos sitios hay guerrilleros y me pueden matar. Simplemente no puedo estar tranquilo. No puedo visitar a mi familia porque es demasiado peligroso," dijo Adriana de 17 años que desertó en 2000 después de alistarse en las FARC a la edad de 12 años.

Francisco que acaba de cumplir 13 está igual de nervioso quizás debido al trauma del año pasado cuando fue obligado ha matar a un policía con una granada de mano. Huyó de las FARC porque quería ver a su madre, la cual le dijo que se rindiese al ejército para que la guerrilla no le descubriese y matase.

El Mal Menor entre Las Opciones

Contrastando con estas historias de horror otros niños soldados parecen estar a gusto en las filas rebeldes y no tienen ninguna intención de irse, a pesar de la dureza de esconderse y luchar en las montañas y junglas y a menudo pasar habré durante días.

Adriana Rondon tiene 27 y es comandante de una unidad de la guerrilla. Contó que empezó en el ejército hace 15 años recién cumplidos los 12. Los guerrilleros le dieron una pistola hasta que creció lo suficiente para usar un rifle. Hija de campesinos de la provincia central de Huila se escapó con las FARC y rogó alistarse después de que las fuerzas de seguridad irrumpieron en su hogar y golpearon a su padre acusándole de darle comida a los rebeldes.

"Solo quería venganza y le suplique a la guerrilla que me dejase ir con ellos," dijo ante un campamento de la guerrilla en la provincia sureña de Caquetá.

Como Rondon, Marta de 15 años es hija de campesinos agricultores de la provincia de Huila. Actualmente tiene su base en un pueblo en el Río Caguán en Caquetá que está en manos de los rebeldes. Se unió a la guerrilla hace un año y ahora se está recuperando de una herida de bala en el muslo izquierdo. A Marta se le disparó su revolver del 38 accidentalmente al intentar matar un mosquito mientras estaba de guardia.

"Mis padres eran jornaleros y trabajaban en plantaciones de café y arroz. Siempre trabajaban en pequeños pueblos donde no había colegios. Una vez fui a la escuela durante una semana pero luego nos mudamos otra vez. No sé leer ni escribir pero la guerrilla me esta intentado enseñar." nos explicó.

La guerrilla solía estar presente en o cerca de los pueblos donde ella vivió de niña y Marta dijo que le impresionaban los uniformes y la disciplina. Cuando Marta se alista sus padres enfurecieron pero por ahora ha rehuido las súplicas de sus padres para que vuelva a casa.

Comentó que "Un día después de enrolarme el comandante vino y me dijo que me tenía que ir a casa porque mis padres se estaban quejando, pero yo le dije que no quería irme y me quedé. Siempre me gustó la guerrilla."

Los comandantes rebeldes han acordado públicamente replantearse la política de reclutamiento de niños guerreros y han prometido hacer cumplir la edad mínima de 15 años tal como marcan las normas internas de reclutamiento.

"Las FARC deben corregir sus errores. Hemos identificado algunos niños y los hemos devuelto," dijo Jorge Briceno estratega militar superior de las FARC ante un grupo de unos 250 aldeanos de Uribe anteriormente este año. Pero esa decisión parece haber sido motivada por la mala labor de los niños en el campo de batalla más que por una preocupación humanitaria.

Cualquiera que sean las intenciones públicamente declaradas de las fracciones en guerra Ramiro Trujillo el alcalde de Uribe cree que los niños continuarán yendo a la guerra voluntariamente hasta que haya alternativas reales.

"El gobierno dice que no quiere que los niños se marchen para alistarse en la guerrilla pero, ¿qué pueden hacer?" -dijo- "Nadie tiene una visión de un futuro distinto. Después de darles una educación siguen siendo pobres."

 
Artículo principal:
Una Devastación en espiral
Por Karl Penhaul