Noche
del Sábado 24 de Marzo
Para la funeraria La Fondería era un Sábado por la
noche con el típico ajetreo.
El cuerpo de Attencia yacía en la mesa de azulejos blancos
del depósito. La autopsia del forense policial establecía
la causa de muerte por seis balas disparadas a corto alcance. Tras
una mesa desvencijada el investigador policial Oscar Díaz
escribía su informe con su pequeña ametralladora colgada
al hombro y con sus cartuchos en el chaleco.
"Así es Colombia"- declaro Díaz- "
¿ En qué otro lugar del mundo un fiscal de distrito
no puede estar sin su UZI?"
Sonó el teléfono en La Fondería, Rubén
Darío, empleado de la funeraria lo cogió. Dos cadáveres
más en las afueras, le dijo a sus ayudantes. Se fueron en
el coche patrulla para recoger los cuerpos de las víctimas.
La funeraria tiene que recuperar los cadáveres porque las
autoridades no se atreven a adentrarse en las partes más
peligrosas de los barrios.
Fuera de La Fondería la vida seguía como siempre.
Como todos los Sábados por la noche el bulevar principal
del centro de la ciudad estaba cortado al tráfico. La música
"salsa" retumbada en los bares, las parejas paseaban cogidas
de la mano, y los adolescentes pasaban rápidamente en sus
patines en línea. Éstos se han hecho inmensamente
populares desde que Barrancabermeja fue el anfitrión del
Campeonato Mundial 2000 en un esfuerzo para mejorar su imagen. Unas
carretas unidas y pintadas como una oruga pasaban por las calles,
llenas de niños risueños.
Darío, empleado de la funeraria, dijo: " Esto es un
matadero humano". Cuando sus ayudantes volvieron con los cadáveres
de dos hombres de entre 17-19 años. Díaz encendió
otro cigarrillo y metió otra hoja de papel en la máquina
de escribir. Los llantos de una joven agachada sobre una de las
víctimas reverberaban contra los azulejos del depósito.
Fuera, un vehículo policial azul oscuro blindado, retumbaba
en la calle camino de las afueras "para restablecer la paz
y la tranquilidad."
"Por ahora siete muertes este fin de semana"- dijo Díaz-
"Está empezando a convertirse en una masacre".
Para los Colombianos la denominación "masacre"
requiere por lo menos nueve víctimas, explicó. "No
tenemos ni los medios ni el tiempo para llevar a cabo una investigación
decente", suspiró Díaz. "Los EE.UU. dan
al ejército Colombiano helicópteros Blackhawk y en
la oficina del fiscal del distrito nos faltan clips para los papeles.
Nueve investigadores comparten un ordenador. Carecemos de la tecnología
para empezar una base de datos de huellas digitales. A menudo no
podemos visitar la escena del crimen por temor a que nos disparen.
Los testigos tienen demasiado miedo para hablar. Lo único
que queda es una evaluación balística superficial.
La mayoría del tiempo lo único que podemos hacer es
determinar el tipo de arma usada."
Escudos Humanos
"El noventa y nueve por ciento de impunidad", comentó
el activista Henry Lozano tras sus ventanas a prueba de balas en
su despacho de la organización de derechos humanos Credhos,
"Es un secreto público que el ejército y los
paramilitares están muy vinculados. El ejército desarma
a las guerrillas convirtiéndolas en carne de cañón.
Entran los paramilitares y limpian los barrios de guerrillas."
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