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Periódicamente, la atención se centra en los méritos de negociar diálogos de paz por separado con el creciente AUC. Las FARC y el ELN se oponen fuertemente, basándose en que las AUC son un brazo cubierto de la política de contrainsurgencia del estado. Todo se ha complicado por la reciente jubilación de Carlos Castaño como jefe-comandante militar de las AUC y su subsiguiente ausencia física desde su comunicación en Mayo.

En la práctica, Castaño seguramente aún tiene la última palabra en ambas cuestiones militares y políticas, tras el escenario, dado que la mayoría de los dirigentes le son ferozmente leales y que aun es el comandante supremo de las Fuerzas de Autodefensa de Córdoba y Urabá (ACCU), la mayor unidad dentro del paraguas de organización paramilitar.

Para algunos analistas, el baraje de liderazgo permitirá a Castaño a distanciarse de las culpas por las violaciones de derechos humanos y permitirle planear una ofensiva política dirigida a iniciar un diálogo de paz con la administración de Pastrana o con el próximo presidente, que tomará el cargo en Agosto del 2002.

"El gran obstáculo es que en el pasado Castaño fue el dirigente político y militar y tuvo que responder por las masacres. Con esta decisión las AUC están intentando separar artificialmente estos papeles. Los jefes mayores responderán por las acciones militares, mientras Castaño intenta abrir las puertas políticas," dijo Carlos Lozano, el representante con más antigüedad del Partido Comunista y miembro de la nueva comisión anti–paramilitar, formada como parte de los lentos diálogos de paz con las guerrillas de izquierdas.

Un diplomático occidental insistió que Castaño representaría las demandas de sus pagadores—industrialistas, políticos, terratenientes, ganaderos y traficantes de drogas, quienes como parte de la élite política y económica del país, están ampliamente representados por el estado. El diplomático ha sugerido que el gobierno pueda decidir a traer a Castaño ( o su elegido) a las conversaciones en un esfuerzo de contrarrestar las exigencias radicales de la guerrilla.

"Castaño es una marioneta en los hilos de intereses en conflicto. Castaño puede tener algo de independencia regional, pero no es estratégicamente independiente, ni en términos militares o políticos. Depende de sus respaldos económicos," dijo el diplomático. "El gobierno no puede sentarse a hablar públicamente con Castaño, pero tratos con las FARC pueden ser pasados a las AUC para su aprobación. Éso sería un escenario con dos cuartos y dos mesas."

En el caso de diálogos de paz. Castaño seguramente intentaría negociar una amnistía y quizás algún trato limitado de cesión de tierras para sus hombres, los cuales incluirían no solo un creciente número de antiguos soldados pero también a campesinos y desertores delas guerrillas.


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Por Karl Penhaul