El
día que pasé en el Salón Comuna,
Tiberio Córdoba me aclara por qué el proceso
aquí se ha convertido en una iniciativa ejemplar
para otras zonas de la ciudad. Como buen mediador permite
que la gente se desahogue, luego usa el humor para que
ambas partes se entiendan. Nunca toma partido, pero
con su labia y anécdotas escucha respetuosamente
los dos puntos de vista.
El primer caso de Tiberio, hoy, es una mujer cuya queja
es que el padre de su hijo la ha dejado por otra mujer.
Culpa la inminente ceguera del niño, por glaucoma,
a la infidelidad del padre, insistiendo que sin su manutención
ella no puede costear el tratamiento médico.
Confiesa que ha estado considerando contratar a un asesino
para solucionar su problema.
Tiberio la ayuda a separar su enfado y el dolor de los
problemas sanitarios urgentes del niño. Él
le dice que no puede forzar al padre a cumplir sus responsabilidades
pero que puede ayudarla a encontrar fondos para el tratamiento
médico de su hijo. Al final la convence que la
violencia no solucionaría nada y ella se marcha
aliviada por la posible salvación de la vista
del niño. Finalmente Tiberio laboriosamente escribe
a mano el relato del caso en un libro- el único
testigo de las resoluciones que ha ganado.
A lo largo del día veo que la falta de un ordenador
no es el único impedimento que se le presenta
a Tiberio. Algunas mediaciones pueden ser largas y la
zona de espera fuera de la oficina es ruidosa. Hay interrupciones.
Periódicamente Tiberio tiene que echar a los
niños y adultos curiosos que se asoman a la pequeña
ventana.
Caminando por el barrio con Tiberio, me di cuenta que
es como un alcalde en funciones. Visita a los recién
llegados refugiados internos, habla con los dependientes
y siempre está buscando maneras de ayudar. Es
obvio con el respeto y cariño que es saludado
en cualquier lugar que vaya. Cuando alguien cariñosamente
le llama Negro en vez de por su nombre uso la
oportunidad para preguntarle sobre las relaciones raciales.
"Los Afro-Colombianos son el gigante durmiente
de este país," me cuenta. Nuestro problema
es que nuestra comunidad ha estado dividida y tiene
una mentalidad colonizada inferior. Los Colombianos
blancos no tienen ningún interés en cambiar
esto. Lo tenemos que hacer nosotros mismos. La comunidad
indígena tiene un sentido de identidad e injusticia
mucho mas fuerte. A demás han recibido apoyo
internacional bien merecido por su lucha. Pero los Colombianos
negros se han mantenido pasivos, solo luchando por su
supervivencia física. Nuestro próximo
paso es el orgullo racial y retirar nuestras propias
barreras internas hacia el progreso. Entonces nos afrontaremos
a la realidad del racismo Colombiano."
"A veces me pregunto cuanto voy a vivir,"
me confía. "No se puede ser activista de
una comunidad en este país y esperar vivir mucho
tiempo. Yo he estado en el ejército. Fui policía
durante unos años. Éste trabajo es el
más duro, más gratificante y probablemente
el más peligroso que he hecho. Cuando se intenta
hacer cambios siempre se crean enemigos."
Notas
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