Mientras
tanto, uno se tiene que preguntar ¿ qué valor tiene
la ley internacional si no puede acabar con o hasta frenar las desbordantes
violaciones de derechos humanos y de la ley humanitaria en Colombia?
¿Qué valor tiene si aún no existe un tribunal
internacional para combatir contra la impunidad y asegurar algún
grado de responsabilidades en ese país?
Una respuesta es que los derechos humanos y la ley humanitaria-la
conciencia de la ley internacional- es hoy en día un componente
esencial de la ardua búsqueda por la paz en Colombia. Desde
su elección en 1998, el Presidente Andrés Pastrana
ha hecho un progreso importante hacia el logro de un acuerdo negociado
para finalizar el conflicto armado. Ha logrado acuerdos preliminares
con las FARC y el ELN que reconocen la urgente necesidad de "humanizar"
el conflicto firmando acuerdos que promocionen un mayor respeto
por los derechos humanos y las normas de la ley humanitaria. Por
fin, el 2 de Junio del 2001 el primer acuerdo fue firmado: las FARC
acordaron liberar alrededor de100 policías y cautivos del
ejército a cambio de la liberación de 15 dirigentes
de la guerrilla retenidos en cárceles Colombianas. Además,
después de la liberación de sus dirigentes, las FARC
entregaron a 260 soldados más en un gesto humanitario, elevando
el total de prisioneros gubernamentales liberados a más de
360.
Las partes del conflicto podrían, y con suerte lo harán,
construir sobre este acuerdo histórico firmando acuerdos
humanitarios similares y eventualmente un alto el fuego. Funcionarios
del gobierno dicen que nuevos acuerdos con las FARC y el ELN están
a la vuelta de la esquina. Futuros acuerdos buscarían principalmente
la protección de la población civil contra ataques,
para reafirmar la obligación del estado de respetar derechos
humanos, y reducir los abusos de la ley humanitaria por parte de
las guerrillas, como los secuestros y el reclutamiento de niños.
Las partes ( y la mayoría de observadores) están de
acuerdo en que subscribirse a más acuerdos, y incluyendo
un componente de verificación internacional para comprobarlos,
son pasos necesarios en el camino hacia la paz.
Mientras se firman nuevos acuerdos, la necesidad de verificación
internacional de acatamiento establecerá mas firmemente el
papel de la ley internacional como garante del proceso de paz en
Colombia. Mientras que aún es incierta la forma de verificación,
dependerá de expertos legales de Colombia y del extranjero
responsables de supervisar el acatamiento de derechos humanos y
de las reglas humanitarias amparadas en esos acuerdos. En El Salvador
y Guatemala, esa verificación internacional sirvió
como los cimientos sobre los cuales subsecuentes tratados de paz
que finalizaron el conflicto en ambos países fueron construidos.
No se puede negar que la ley internacional es parte integra en la
búsqueda de una solución negociada al conflicto armado
en Colombia. Y cuando por fin la paz llegue a nuestro atosigado
país, el tema de tratar con el legado de pasados abusos en
el contexto de reconciliación nacional será agobiante.
Las llamadas por la verdad sobre el pasado y justicia para las incontables
víctimas chocará con la realidad política de
hacer que los acuerdos de paz perduren. Dirigentes militares y políticos
de todos los bandos tendrán que confrontar la posibilidad
de la exigencia de responsabilidades, y a enfrentarse a equivocaciones
pasadas, antes de que se pueda afianzar una paz duradera. Es esencial
que los mecanismos y los procesos capaces de procesar los crímenes
internacionales cometidos por las partes en guerra sean creados
si Colombia pueda eventualmente hacer la transición de un
país roto por el conflicto violento y crímenes que
no se pueden mencionar a ser uno que avanza por el camino de la
reconciliación, la paz y la prosperidad.
Si la maquinaria de exigir responsabilidades toma la forma de un
tribunal criminal internacional, como el establecido para Ruanda,
o una comisión de la verdad y de la reconciliación
como el de Sur África, es una cuestión para futuras
negociaciones. Lo cierto es que la ley internacional interpretará
un papel importante en la búsqueda de una paz justa y duradera
en Colombia.
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