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El mayor potencial del Plan Colombia está en su insistencia en la regla de la ley. Debería impulsar a las fuerzas de seguridad Colombianas a mejorar su abismal historial en derechos humanos y cortar todos los lazos con los paramilitares. Desgraciadamente, sin embargo, invocando la renuncia presidencial por razones de seguridad de estado, Washington envió una señal equívoca: las violaciones de derechos humanos serán ignoradas en el nombre de la guerra contra las drogas.

Para finalizar, el Plan Colombia debe ser mirado en un contexto económico más amplio. El acuerdo de largo alcance que la administración de Pastrana firmó con el Fondo Monetario Internacional, aunque técnicamente no relacionado con el Plan Colombia, aparenta ser más que constante con sus objetivos. El acuerdo con el FMI dicta duros recortes en las transferencias de fondos desde el gobierno central en Bogotá a las autoridades locales y regionales, una reforma profunda del sistema de pensiones, la privatización de varias entidades del estado y la reducción del gasto social. Todas estas medidas van claramente en contra de los compromisos que con seguridad surgirán de cualquier acuerdo de paz futuro. La administración de Pastrana ha destacado recientemente la importancia del comercio libre para atraer inversiones extranjeras y aboga enérgicamente por el Mercado Libre de las Américas.

Todo esto sirve para demostrar que la participación de los EE.UU. en Colombia va mucho mas allá que el Plan Colombia. Aun así la droga continúa dominando la visión estadounidense de lo que ocurre en Colombia.

Aunque los EE.UU. han apoyado formalmente las negociaciones de paz de Pastrana, se ha limitado a habladurías, evitando cualquier compromiso serio. Hasta ahora la política estadounidense ha confundido el apoyo a Pastrana con el apoyo al proceso de paz, el cual se extenderá necesariamente más allá de su presidencia ( que termina en Agosto 2002)

En la historia actual, cuando los EE.UU. han definido con claridad la paz como su principal objetivo político, hasta ha "pisado los pies" de sus aliados tradicionales- Israel, en el caso de Medio Oriente, y el Reino Unido en el conflicto en Irlanda del Norte. En Colombia los EE.UU. deberían aplicar su gran influencia en el ejército y la élite civil para efectuar la transformación democrática y para parar la matanza. A la vez los EE.UU. dejarían de ser los principales instigadores en la guerra en su estado actual, y convertirse en una pieza clave en la paz del mañana.

La Profundización de la Tragedia Requiere un Compromiso Más Acertado de los EE.UU.
Michael Shifter y Victoria Wigodzky creen que los Estados Unidos deben ayudar al estado Colombiano, históricamente débil, a proteger mejor a sus ciudadanos profesionalizando las fuerzas de seguridad del país.

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