MF:
Como nueva editora de esta revista, insisto mucho en que nuestro
proyecto es humanitario, que no es suficiente sacar a la luz
y analizar únicamente crímenes de guerra, violencia
y horror. Es imperativo que al igual exploremos los discursos
creativos que nacen como respuesta a la brutalidad, complicidad,
oportunismo y esclerosis psíquica y social.
Para mí, tus obras y proceso artístico destacan
por las razones correctas: tu respeto absoluto hacia los individuos
que entrevistas, la resistencia de cara a "soluciones"
formalmente fáciles o narrativas y una esmerada labor
manual. Todo esto se une para formar lo que yo denominaría
un código ético.
DS: Preferiría no hablar en términos
de un código ético con relación a mi
obra porque, en el intento de confrontar la inhumanidad, mi
posición como artista es precaria. Primo Levi nos enseña
que toda experiencia extrema impone límites extremos
sobre los individuos que las experimentan, tanto víctimas
como los que hacen víctimas. Las situaciones absolutas
son muy complejas, y es precisamente dentro de esa complejidad
que descubrimos lo que es ser humano. Al ser testigos de la
inhumanidad aprendemos a reconocer la humanidad.
Mi obra está basada en testimonios de víctimas
de la violencia, sobre experiencias que son ajenas a mí.
No soy testigo directo, soy testigo de testigo, un testigo
secundario. Busco intimidad con víctimas de la violencia
que me permitirá tomar su lugar mientras que trabajo
en la obra, pero de tal manera que su experiencia toma precedente
sobre la mía propia.
MF: Durante todos mis años de entrevistar a
supervivientes Argentinos de los centros de torturas de la
Guerra Sucia y a familiares de desaparecidos, estuve
incesantemente perseguida por una pregunta: ¿ Cómo
puedo justificar mi ajena presencia en medio de tanto y tan
íntimo dolor?
DS: Exactamente. Tienes que estar ahí; el individuo
que siente una necesidad de testificar te necesita, necesita
que estés ahí. Aun así, permanece esta
imposibilidad: No puedo hablar por nadie al que entrevisto.
Mi obra está conducida por esta necesidad de intentar
y fracasar, una y otra vez. Únicamente durante el momento
preciso de creación, y mientras que lucho contra el
pánico engendrado por el horror, se mengua temporalmente
la sobrecogedora sensación de fracaso.
MF: Aun así tus instalaciones son capaces de
hablar con tanta fuerza. Nunca dan lo que se podría
denominar "la tiranía de la narrativa," pero
su sentido no se puede negar. Por ejemplo, los montones de
almidonadas camisas blancas empaladas que hiciste en 1989-90.
Columnas de diferentes alturas cuidadosamente dobladas, el
gran número de camisas representa el gran numero de
asesinatos, la ordenada y inmaculada cualidad de esta instalación
sugiere burocracia, órdenes que vienen desde arriba.
DS: Las víctimas han sido forzadas hasta la
línea que separa lo que es humano de lo inhumano, perciben
el mundo de otra manera (diferente a la nuestra), se sienten
extranjeros. (Franz) Rosenzweig dice que el único lenguaje
apropiado para el heroe trágico es el silencio, y que
cualquier obra que trata la tragedia debe guardar este silencio.
Yo presento una imagen que está cargada de experiencias
pero aun así, en silencio, sin anécdotas, donde
el espectador, en un acto de contemplación silenciosa,
puede hacer contactar su propia memoria del dolor con la de
la víctima, y de esta yuxtaposición surge el
significado de la obra.
MF: Los zapatos son un elemento dominante en la serie
que llamas Atrabiliarios, una palabra Española
arcaica cuyas raíces en Latín, atra bilis,
combinan lamento profundo con bilis, o ira. "Enterraste"
los zapatos, muchos de los cual no tienen pareja, en nichos
de pared, que posteriormente cubriste con fibra de animal
translucida y cerraste con seda quirúrgica. El proceso
en sí, uno de humilde cuidado y profundo homenaje,
recala en antiguas costumbres; el efecto sobre el espectador
es uno de dolorosa pérdida. Los zapatos son a la vez
domésticos y conocidos, pero porque están encerrados
y sus perfiles son indistinguibles, parece que desaparecen
ante tus ojos, trasladándose hacia otro mundo.
DS: Cada vez es más difícil encontrar
el difuso límite entre lo íntimo y lo político.
La pena de los familiares de los desaparecidos
como toda pena es de naturaleza íntima, pero
cuando la esencia de estos eventos es política, creo
que la sociedad lo tiene que reconocer. Me interesa enseñar
esa lesión social, su carácter colectivo. El
testigo directo de una desaparición forzosa no esta
aquí, no puede contarnos su experiencia. Mi obra trata
de la imposibilidad de ver, de saber y de comunicarse.
Volviendo a tu comentario anteriorsí, los zapatos
son una imagen importante del holocausto, como sabrás.
La historia es diferente, pero la resonancia similar.
MF: Haces referencia a los zapatos en Yad Vashem.
DS: Sí.
MF: En La casa viuda ( The widowed house, 1992-94)
vemos que la violencia se ha hecho mayoritariamente íntima
y doméstica. En La casa viuda I, una puerta
encontrada, se mantiene sola; apoyada contra ella una pequeña,
baja y angustiada mesilla, envuelta en trozos de encaje blanco--¿tapete?
¿mantel? ¿cortina? ¿vestido? ¿camisón?
¿guante?.
La pieza sugiere ausencia, destrozos y vendaje
( hasta cirugía, debido a las eminentes suturas), pero
también hace una declaración: Aquí había
vivido una sociable familia completa, recibían a sus
amigos con estilo y elegancia. La pieza es extremadamente
sucinta, pero te golpea con varias asociaciones de una vez.
DS: Esta obra se refiere al desplazamiento forzoso.
La persona desplazada, es una figura extrema y paradigmática
para nuestra época, la figura que ha roto los lazos
con su lugar de nacimiento y por eso no tiene lugar propio.
Es un inmigrante al que nadie se quiere acercar, que es rechazado
por todos.
Los humanos somos seres relacionados a los espacios, necesitamos
un sitio donde comer, un sitio donde escribir, donde pensar,
etc. Es imposible desasociar los espacios de la experiencia
humana. La serie de La casa viuda refleja a esos millones
de seres humanos que no tienen espacios.
También me interesa la imagen del artista como persona
desplazada. El artista no ocupa un lugar central en su obra,
el centro está habitado por la experiencia de otro
ser.
MF: Los muebles predominan en tu obra: armarios de
madera con camisas y vestidos encerados en cemento que se
ven a través de puertas de cristal; el somier vacío,
cómodas con los cajones sellados con cemento. Dispones
estas piezas en diferentes configuraciones dependiendo del
espacio en el que se van a exhibir.
DS: Es únicamente en un espacio particular que
el espectador puede establecer una relación con la
imagen que presento. Solo en la silenciosa contemplación
del espectador, puede surgir algún aspecto de la experiencia
de la víctima.
Por esto, considero que todas mis piezas están sin
terminar cuando salen del estudio. Están terminadas
cuando se colocan en un sitio específico. Entonces
cierra la exhibición, y la pieza se puede reensamblar
en diferentes espacios. No hay ningún tipo de cierre
a este nivel.
MF: Hay una tensión extraordinaria en tu obra
entre la noción de espacio público compartido
y un fuerte sentido del desplazamiento. Has amontonado estas
piezas en espacios cavernosos (incluyendo catedrales), las
has esparcido por galerías en formaciones solitarias,
y las has colocado bloqueando puertas y pasillos.
DS: Mi tarea es hacer hablar los diferentes elementos
que me han sido dados por individuos que generosamente me
cuentan sus historias. Esa es la razón por la cual
intento ponerme en el lugar de la víctima y trabajar
con los materiales que estas personas tienen a mano. Entonces
elaboro estos materiales con rasgos relacionados a experiencias
extremas de la víctima. La experiencia de estos individuos
marginales es invisible al resto de la población, que
prefiere ignorar lo que sucede; por eso el lugar en el espacio
está directamente relacionado a la precaria posición
que estos individuos ocupan en nuestra sociedad.
Como decíamos antes, llamo la atención hacia
la vida que ha sido destruida, que está siendo destruida
mientras hablamos. Hago esto en parte despojando a los objetos
de su función, cambiando su contexto.
MF: Una de tus piezas más extraordinarias, quizás
debería decir extremas, es La Túnica del
Huérfano, inspirada originalmente por tu entrevista
con una niña de seis años cuya madre había
sido asesinada delante de ella. Durante días, de acuerdo
con tu relato, esta niña se negó a quitarse
el vestido que llevaba puesto cuando ocurrió, un vestido
que la había hecho su madre. La obra de la cual hablamos,
sorprendentemente, una mesa de madera, cuya superficie desprende
luz, como si bañada en luz de luna. Mirando de cerca,
vemos que la superficie está recubierta por una fina
membrana de seda blanca, que cae desigualmente alrededor de
las patas de la mesa. La superficie de madera está
agujereada en muchos sitios; los hilos de seda y cabello humano
están literalmente cosidos a esta red de pequeñas
heridas. Has tomado la narrativa de este suceso, que se centra
en el vestido de la niña, y lo has ampliado con la
mesa para englobar un espectro completo de unidad familiar.
La confección en si es un ritual de pena. Es tan esmerado,
tan difícil, que no puedo pero pensar en la penitencia.
¿Es eso una exageración?
DS: Vuelve a lo que decía antes, Trabajo desde
un profundo sentido de mis limitaciones, y también
por las limitaciones impuestas en la persona que habita el
centro de la obra.
El rasgo sobre el cual se construye la imagen es particularmente
difícil; No es penitencia en el sentido religioso o
judicial, es el trabajo más difícil y más
inútil que podía hacer sobre la superficie de
las mesas. Lo que me interesó fue la obsesiva elaboración
de estas imágenes, el exagerado e ilimitado desperdicio
que esto implica. Aun así, la imagen es insignificante
de cara al desperdicio de vidas humanas.
MF: Tu proceso está marcado por una lectura
extensa, especialmente en poesía, filosofía,
y lo que ha menudo es denominado Literatura del Desastre.
Entre los autores que mencionas frecuentemente están
Bataille, Primo Levi, Paul Celan, Emmanuel Levinas. ¿
Te aprovisiona esta intensa inmersión en la lectura
la cual pareces llevar a cabo después de tus
entrevistas y antes del propio proceso de construcción
con algún tipo de mecanismo de distanciamiento?
Me fascina que ninguno de los entrevistados se reconozca en
tus construcciones.
DS: Cito constantemente, creo que es esencial desvelar
los origines de algunas de las ideas en mi obra. Por eso,
en los catálogos de mis exhibiciones, hay apartados
dedicados específicamente a citas ( por ejemplo en
el catálogo del New Museum publicado por Phaidon).
El trabajo del artista, como yo lo entiendo, es bastante humilde.
No es el de creador, jugar a ser Dios, significa ser testigo,
no solo de los eventos que nos rodean, pero también
del pensamiento contemporáneo. El trabajo del artista
consiste en ensamblar diferentes elementoseventos, pensamiento,
y otras obras de arte para crear una imagen.
MF: Internacionalmente eres, por mucho, el más
prominente artista Colombiano de tu generación. Aun
así tu vida laboral es extremadamente privada, hasta
se diría que solitaria (excepto por tus colaboradores
en el estudio.)
DS: He elegido vivir en un estado de desplazamiento,
como un outsider. Esto es esencial para mi trabajo.
Es la única manera de mantener una distancia crítica
en la cual y para la cual estoy trabajando.
MF: Pero encabezaste un gesto de arte público
que hizo época, para honrar a Jaime Garzón,
un humorista y personaje de los medios que fue asesinado por
los paramilitares en Agosto de 1999.
DS: Sí, aunque es importante decir que fue un
acto comunal, o sea que no lo considero parte de mi obra.
Y como artistas respondíamos, en parte, a una acción
popular espontánea: En el muro opuesto a la casa de
Garzón la gente inmediatamente empezó a colocar
notas y mensajes que expresaban su ira y pena. En un tramo
de 150 metros de pared, colgamos 5.000 rosas con las flores
hacia abajo, y las dejamos marchitar. Un frágil y efímero
lugar de recuerdo.
Hubo tres eventos diferentes: el primero fue una semana después
de su muerte; el segundo, un mes después y el tercero
en el primer aniversario de su muerte. Para el último
evento, teníamos 45.000 rosas, y con la hermana y el
hermano de Garzón, recorrimos a pie la ruta exacta
que él había conducido su ultimo día.
Hicimos una línea de rosas de cuatro kilómetros
y medio, hasta llegar al lugar donde fue asesinado.
Garzón que era famoso por sus imitaciones de tipos
sociales Colombianos, era emblemático. Encajamos la
pena y la pérdida que inunda todo nuestro país.
MF: La acción se convirtió en un modelo.
DS: Sí, un poco después cuando un catedrático
fue asesinado en la universidad nacional, alumnos cubrieron
una pared con rosas.
MF: Estas piezas tratan claramente sobre el recuerdo,
pero en general creo que el tema del recuerdo se ha aplicado
demasiado a tu trabajo.
DS: Puede que tengas razón. Un país como
Colombia que lleva más de cuarenta años soportando
un conflicto armado necesita una extraña mezcla de
recuerdo y olvido. Por esa razón el tipo de memoria
que más me interesa es memoria olvidadiza, con lo que
quiero decir una memoria que puede ser mediada, que puede
evolucionar, que es capaz de establecer distancia, y no sumirse
en un circulo vicioso de venganza inútil.
MF: Cuando estoy en una de tus instalaciones, lo que
más siento es la fuerza de ese espacio en particular,
y los temas (reponsabilidades) que surgen de mi presencia
allí. Es un torrente de asociaciones, sentimientos
y sensaciones físicas inmediato. Tus instalaciones
obligan al espectador a participar en difíciles actos
de traducción un proceso que nos hace muy conscientes
del momento.
DS: Trabajo con la noción de duración,
que no es exactamente el presente. La situación en
Colombia es de temor constante, que destruye el paso del tiempo
normal. El pasado se presenta como nuestro futuro inminente.
Cualquier sentido del presente se consume con recuerdos del
pasado; Un terror constante oscurece ambos el presente y el
futuro.
Hay un aspecto más positivo en esta noción de
duración. El arte es duración y así permite
que la experiencia del otro perdure. Representa un evento
pasado como una realidad presente que resuena tan elocuentemente
para el espectador que sus poderes de observación y
contemplaciónson acelerados, intensificados.
El arte permite encuentros. Para la creación de relaciones
entre individuos que nunca se conocieron. Relaciones que solo
duran durante el instante de observación. Pero que
de alguna manera dan continuidad a la vida de la víctima.
MF: ¿Hay alguna diferencia en tu percepción
de la violencia de la derecha o de la izquierda?
DS: Una es el reflejo de la otra. La brutalidad y la
irracionalidad son comunes a ambos ejércitos. Los diferentes
grupos que luchan en esta guerra no tienen objetivos políticos,
solo luchan por sobrevivir. La realidad es compleja y absurda-las
guerrillas de izquierdas no sólo son el movimiento
de guerrillas más antiguo del continente, sino también
los más ricos y conservadores; los paramilitares cada
vez más independientes del ejército, son mercenarios
psicópatas totalmente descontrolados. Todos participan
en el narco-tráfico, no hay límites. Cualquier
cosa le puede pasar a cualquiera en cualquier momento. Es
un caos total, y va a peor.
MF: ¿Por qué té quedas?
DS: Soy un testigo. Debo permanecer para testificar.
Si no, ¿cuál es mi razón de ser?
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