El
problema principal es, sin embargo, que las actuales ayudas de seguridad
provistas por los EE.UU. no se están disponiendo de una manera
en la que mejor pueden contribuir a la paz y reconciliación
de Colombia. De hecho, aunque Colombia es el tercer receptor de
ayudas de seguridad en el mundo ( detrás de Israel y Egipto),
hay pocos indicios de cualquier tipo de conceptos de guías
estratégicas. En vez de eso, el paquete de ayudas de $1,3
billones aprobado para Colombia el año pasado la contribución
de EE.UU. al más amplio multi-anual Plan Colombia de 7,5
billones es, como se ha dicho con anterioridad en su mayor
parte un programa militar anti-droga. Esta política responde
menos a la realidad de Colombia que a la realidad y las presiones
de la política nacional de EE.UU. Hasta el punto que si la
ayuda tiene alguna conexión con el objetivo clave de ayudar
a Colombia a proteger a sus ciudadanos, es mayoritariamente indirecto
y principalmente una racionalización para justificar la persecución
de la última pieza del rompecabezas Colombiano que más
importa a los oficiales Estadounidenses las drogas.
Las ayudas actuales a Colombia destacan la fórmula anti-droga
común de los EE.UU.: erradicación y interdicción.
Es dudoso que tal fórmula tenga un efecto positivo en ayudar,
aunque sea levemente, a reducir el flujo de drogas hacia EE.UU.
. Pero también parece evidente que enfocar las ayudas hacia
la compra de caros helicópteros y entrenar a unos cuantos
batallones anti-narcóticos para hacerse con los campos de
cultivo de coca en el sur de Colombia está lejos de ser la
mejor forma de dar la vuelta a la sin ley prevaleciente y el continuo
deterioro del país. De hecho hay suficientes pruebas de que
la fumigación es a menudo contra producente, ayudando a poner
a los cultivadores de coca en manos de las fuerzas fuera de la ley,
bien sean de derechas, o de izquierdas.
La ayuda de EE.UU. está desencaminada y necesita ser considerablemente
reformada y replanteada. Para poder cambiar el estrecho enfoque
sobre las drogas y ayudar a los Colombianos a tratar su urgente
problema de orden público, el énfasis estratégico
de la política Estadounidense en Colombia debería
a lo contrario ser, a corto plazo, promover la profesionalización
de las fuerzas de seguridad. De la profesionalización transciende
el dilema anti-droga/contrinsurgencia que con frecuencia sale a
la luz en los debates de política sobre Colombia. Los críticos
a menudo reclaman que la motivación política de EE.UU.
es una derrota militar de las guerrillas, usando la lucha contra
las drogas como un pretexto. Pero reorientar la política
de EE.UU. de una manera que pone más énfasis en reafirmar
la autoridad en un contexto democrático sería un cambio
bienvenido y algo bastante diferente que un método
anti-droga o de contrainsurgencia. Para poder llevar a cabo este
esfuerzo de profesionalización, los EE.UU. debería
centrarse menos en aportar material bélico, y más
en formación, reestructura del ejército, recolección
de información, y de establecer mecanismos de vigilancia
efectivos.
Más importante aún es que, la profesionalización
sería un paso necesario para reforzar el estado Colombiano,
lo cual ayudaría al país a llegar a un acuerdo de
paz en este conflicto de décadas. Fuerzas de seguridad de
mayor profesionalidad mayor capacidad y crucialmente una
adherencia completa a las normas de conducta de derechos humanos
bien podrían cambiar la dinámica del conflicto,
alterando los cálculos de las FARC y haciéndoles más
propensos a negociar de buena fe.
Está claro que los EE.UU. cortaron las ayudas al ejército
debido a denuncias de abusos de derechos humanos y a la extensa
corrupción. En cambio, el apoyo se dirigió hacia la
Policía Nacional de Colombia para propósitos anti-droga.
Pero este apoyo, todavía equivocadamente dirigido a la lucha
contra las drogas, demostró ser inadecuado para tratar con
el problema yaciente del crecimiento del desorden. El objetivo global
de la política de EE.UU. en Colombia debería ser,
al contrario, incrementar la capacidad de las fuerzas de seguridad
de restaurar y mantener el orden público y también
incrementar la disciplina de los soldados y hacerles más
responsables de sus acciones.
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Los
EE.UU. Fomentan la Guerra Colombiana
Daniel García-Peña argumenta que el Plan
Colombia "da la imagen que los Estados Unidos, más
que apostar por el proceso de paz está gastando
dinero en escalar la guerra." |
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